jueves, 18 de agosto de 2011

La mente del ser humano



Des| 3727 lecturas
Un científico de Phoenix, Arizona, quería probar una teoría. Necesitaba un voluntario que llegase hasta las últimas consecuencias. Por fin lo encontró, era un condenado a muerte que sería ejecutado en la silla eléctrica, en la penitenciaria de St. Louis en el estado de Missouri.
El científico le propuso al condenado, lo siguiente: él participaría de un experimento científico que consistía en hacerse un pequeño corte en el pulso, con el propósito de que su sangre fuera goteando lentamente hasta la última gota. Le explicó que tenía mínimas probabilidades de sobrevivir, pero que de todas formas, su muerte sería sin sufrimiento, ni dolor; ni siquiera se daría cuenta.
El condenado aceptó, porque morir de esta manera, era preferible a morir en la silla eléctrica. Lo colocaron en una camilla y ataron su cuerpo para que no pudiera moverse. A continuación le hicieron un pequeño corte en la muñeca y colocaron debajo de su brazo una pequeña vasija de aluminio.
El corte fue superficial, sólo sus primeras capas de piel, pero fue lo suficiente para que él creyera que realmente le habían cortado las venas. Debajo de la cama, fue colocado un frasco de suero con una pequeña válvula que regulaba el paso del líquido, en forma de gotas que caían en la vasija. El condenado, podía oír el goteo y contaba cada gota de lo que creía era su sangre.

El científico, sin que el condenado lo viera, iba cerrando la válvula, para que el goteo disminuyera, con la intención de que pensara que su sangre se iba terminando.
Con el pasar de los minutos su semblante fue perdiendo color, su ritmo cardíaco se aceleraba y le hacía perder aire a sus pulmones. Cuando la desesperación llego a su punto máximo, el científico cerró por completo la válvula y entonces el condenado tuvo un paro cardíaco y murió.
El científico consiguió probar que la mente humana cumple estrictamente todo lo que percibe y que el individuo lo acepta, sea positivo o negativo, actuando sobre toda nuestra parte psíquica y orgánica.
Esta historia, nos deja una enseñanza muy interesante. El científico le dio a ese hombre una posibilidad de vida, pero el condenado al parecer, la desaprovechó.
Muchas veces en nuestra vida se nos presentan problemas que parecen ser desastrosos. Posiblemente haya alguien que nos diga que hay una pequeña o ínfima posibilidad de revertir dicha situación, pero nosotros decidimos creer sólo lo que somos capaces de percibir e imaginar.
“Quien piensa en fracasar, ya fracasó"
"Quien piensa en ganar, lleva un paso adelante"

Clases de personas



Desplegarse | 111 lecturas
Hay dos clases de personas, las que sueñan, ríen, creen en su potencialidad, saben que con
amor se pueden cambiar las cosas. Que están seguros de poder tenerlo todo en la vida: una
pareja estable que los ame, un buen empleo y una vida llena de felicidad y alegría, a pesar
de los momentos de dolor y soledad que tendrán, pero que consideran sobre todo, que la
vida vale la pena y que vivir es una oportunidad de realizar y cumplir sueños e ilusiones.
Hay otra clase de gente a la que le gusta pinchar los globos de los demás. Son las que creen
que todo está en el destino, que nada se puede cambiar. No creen que los sueños puedan
hacerse realidad y no les gusta ver que otros ríen, sueñan y quieren ser felices.
Estas personas son expertas en el desánimo y el negativismo. Miran con desdén a los
que tienen deseos e ilusiones y a los que creen en la amistad y el amor. Son este tipo de
personas que acostumbran a decir cosas como: si, si, pero no hay nada perfecto. No puedes
tener todo lo que quieres, los sueños son solo eso, sueños.
Pero puedo asegurarte que tu vida puede ser lo que quieras. Porque en la vida los sueños,
los deseos y las ilusiones siempre han sido muy importantes, pero claro lo que estoy
diciendo no vale para cualquier deseo, sueño o ilusión. Tienen que ser deseos y sueños
legítimos.
Así que sueña, sueña mucho y a lo grande. Pon todo tu corazón, tu alma y esfuerzos en
realizar tu sueño. Y empieza a dar pasos que te acerquen a su cumplimiento.
Si quieres tener a tu lado una pareja emocionalmente sana, que te ame y con quien te
sientas feliz y realizado, empieza por cambiar tus parámetros mentales. Empieza por
amarte a ti mismo, a borrar de tu mente todo lo negativo y a limpiar tu corazón y tu alma
de resentimientos y rencores.
Si quieres un empleo maravilloso, empieza por prepararte a nivel profesional y a
desarrollar tu sentido de la responsabilidad. En fin, cualquier cosa que desees, pídela de
todo corazón a Dios, y espera confiadamente. Si lo que pides es bueno para ti se te dará, si
no es bueno se te dará algo mejor.

Escondida entre amor y locura

Escondida entre amor y locura
Desplegarse | 95 lecturas
Cuenta la historia que una vez se reunieron en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos.

Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, tan loca como siempre, les propuso: - ¿por qué no jugamos al escondite?
La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó: ¿Qué es eso? ¿Y cómo lo haremos?
Es un juego, explicó Locura, en el que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden. Cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes a quien encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo y la Euforia bailaban y saltaban, al igual que Alegría y terminaron por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué? si al final, a la corta o a la larga, siempre la encuentran. La Soberbia opinó que era un juego tonto, aunque en realidad lo que le molestaba, era que la idea no se le había ocurrido a ella.
Cobardía prefirió no arriesgarse y Locura comenzó a contar, uno . . . dos. . . tres. . .
La primera en esconderse fue la Pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que, con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Un lago cristalino? ideal para la Belleza; ¿la hendidura de un árbol? perfecto para la Timidez; ¿una ráfaga de viento? magnífico para la Libertad. Así que  terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde un principio; ventilado, cómodo, pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo del océano (mentira, la verdad es que se escondió detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de un volcán. El olvido...no recuerdo dónde se escondió. Y así, uno tras otro fueron encontrando su lugar ideal.

Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado. Hasta que de pronto divisó un rosal y enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
Locura llegó al millón y empezó a buscar. La primera que encontró fue a la Pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Luego escuchó vibrar los volcanes y encontró a la Pasión y el Deseo.
En un descuido encontró a la Envidia y pudo deducir fácilmente dónde estaba el Triunfo.
De tanto caminar, la Locura sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza, allí al lado encontró sentada en la orilla del lago a la Duda, aún sin decidir dónde esconderse.
Así fue encontrando a todos, el Talento entre las hierbas frescas, la Angustia en una cueva oscura, a la Mentira detrás del arco iris (falso, ella se había escondido en el fondo del océano). Y hasta el Olvido, que ya se había olvidado que estaba jugando, pero sólo el Amor no aparecía por ningún lado.
La Locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyo, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal, tomó una orquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó.
Las espinas habían herido los ojos de Amor, Locura no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, pidió perdón, imploró y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces...
"El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña"

miércoles, 17 de agosto de 2011

Los verdaderos milagros



Desplegarse | 215 lecturas
Tres personas iban caminando por el bosque. Uno era un sabio con fama de hacer milagros, otro un poderoso terrateniente del lugar y el tercero, que iba detrás de ellos escuchando la conversación, era un joven estudiante, alumno del sabio.
El terrateniente comentó:
-Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que eres capaz de hacer milagros.
-Soy una persona vieja y cansada... ¿Cómo crees que yo podría hacer milagros?, respondió el sabio.
-Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos. Esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso.
-¡Ah! ¿Te refieres a eso?, dijo el sabio.
-Tú mismo lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo sólo le pido a Él que le conceda un favor al enfermo, o al ciego; todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
-Yo quiero tener la misma fe que tú, para poder realizar los milagros que haces. Muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.
-¿Volvió a salir el sol esta mañana? preguntó el sabio.
-¡Claro que sí!, exclamó el poderoso terrateniente.
-Pues ahí tienes el milagro de la luz.
-No, yo quiero ver un verdadero milagro, haz que se oculte el sol, saca agua de una piedra, sana a un animal herido tocándole con tu mano. Algo así quiero ver.
-¿Quieres un verdadero milagro? ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?".
-Sí, fue un varón y es mi primogénito, respondió el terrateniente.
-Ahí tienes el segundo milagro, el milagro de la vida.
-Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro.
-Fíjate bien, estamos en época de cosecha, ¿No hay trigo dónde hace unos meses sólo había tierra?
-Sí, igual que todos los años.
-Pues ahí tienes el tercer milagro.
-Creo que no me he explicado bien, lo que yo quiero... el sabio le interrumpió.
-Te has explicado bien, pero yo ya he hecho todo lo que podía hacer por ti. Si no encontraste lo que buscabas, lamento desilusionarte, pero no puedo hacer más.
El poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba.
Cuando el poderoso terrateniente estaba lejos, el sabio se dirigió a la orilla del camino, tomó a un conejo enfermo y herido, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo desconcertado.
El joven dijo: Maestro, te he visto hacer milagros como éste casi todos los días, ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿Por qué lo haces ahora que no puede verlo?
-Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo apreciarlos. Para ser maestro, primero hay que ser alumno.
“No puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día. El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido”

jueves, 11 de agosto de 2011

Alcanza tus sueños



Desplegarse | 37 lecturas
Sé firme en tus actitudes y
perseverante en tu ideal.
Pero sé paciente, no pretendiendo
que todo te llegue de inmediato.
Haz tiempo para todo, y todo
lo que es tuyo, vendrá a tus manos
en el momento oportuno.
Aprende a esperar el momento exacto
para recibir los beneficios que reclamas.
Espera con paciencia a que maduren los frutos
para poder apreciar debidamente su dulzura.
No seas esclavo del pasado
y los recuerdos tristes.
No revuelvas una herida que está cicatrizada.
No rememores dolores y sufrimientos antiguos.
¡Lo que pasó, pasó!
De ahora en adelante procura construir
una vida nueva, dirigida hacia lo alto
y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás.
Haz como el sol que nace cada día,
sin acordarse de la noche que pasó.
Sólo contempla la meta
y no veas que tan difícil es alcanzarla.
No te detengas en lo malo que has hecho;
camina en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes por lo que hiciste,
más bien decídete a cambiar.
No trates que otros cambien;
sé tú el responsable de tu propia vida
y trata de cambiar tú.
Deja que el amor te toque
y no te defiendas de él.
Vive cada día, aprovecha el pasado para bien
y deja que el futuro llegue a su tiempo.
No sufras por lo que viene, recuerda que
"cada día tiene su propio afán"
Busca a alguien con quien compartir
tus luchas hacia la libertad;
una persona que te entienda,
te apoye y te acompañe en ella.
Si tu felicidad y tu vida
dependen de otra persona,
despréndete de ella y ámala,
sin pedirle nada a cambio.
Aprende a mirarte con amor y respeto,
piensa en ti como en algo precioso.
Desparrama en todas partes
la alegría que hay dentro de ti.
Que tu alegría sea contagiosa
y viva para expulsar la tristeza
de todos los que te rodean.
La alegría es un rayo de luz
que debe permanecer siempre encendido,
iluminando todos nuestros actos
y sirviendo de guía a todos
los que se acercan a nosotros.
Si en tu interior hay luz y dejas abiertas
las ventanas de tu alma,
por medio de la alegría, todos los que pasan
por la calle en tinieblas,
serán iluminados por tu luz.
Trabajo es sinónimo de nobleza.
No desprecies el trabajo
que te toca realizar en la vida.
El trabajo ennoblece a aquellos
que lo realizan con entusiasmo y amor.
No existen trabajos humildes.
Sólo se distinguen por ser
bien o mal realizados.
Da valor a tu trabajo,
cumpliéndolo con amor y cariño
y así te valorarás a ti mismo.
Dios nos ha creado para realizar un sueño.
Vivamos por él, intentemos alcanzarlo.
Pongamos la vida en ello y
si nos damos cuenta que no podemos,
quizás entonces necesitemos hacer
un alto en el camino y experimentar
un cambio radical en nuestras vidas.
Así, con otro aspecto, con otras posibilidades
y con la gracia de Dios, lo haremos.
No te des por vencido,
piensa que si Dios te ha dado la vida,
es porque sabe que tú puedes con ella.
El éxito en la vida no se mide
por lo que has logrado,
sino por los obstáculos que has tenido
que enfrentar en el camino.
Tú y sólo tú escoges la manera
en que vas a afectar el corazón de otros
y esas decisiones son de lo que se trata la vida.
"Que este día sea el mejor de tu vida para alcanzar tus sueños"

Dios sabe lo que hace


Se cuenta que en Inglaterra, había una pareja a la que le gustaba visitar las pequeñas tiendas 
del centro de Londres. Una de sus favoritas era la de antigüedades y en una de sus visitas 
encontraron una hermosa tacita.
-¿Me permite ver esa taza?, preguntó la Señora, ¡nunca he visto nada tan fino!
En cuanto tuvo en sus manos la taza, ésta comenzó a hablarle: Yo no siempre 
he sido esta taza que estás sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era sólo un montón 
de barro sin forma. Mi creador me tomó entre sus manos y me amoldó cariñosamente. 
Llegó un momento en que me desesperé y le grité: Por favor, déjame en paz. Pero sólo 
me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después me puso 
en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador quería 
quemarme, así que toqué la puerta del horno y a través de la ventana del horno pude leer los
 labios de mi creador que me decía: Aguanta un poco más, todavía no he terminado.
Finalmente, mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. Así está mucho
 mejor, me dije a mí misma; pero apenas me había enfriado un poco, ya me estaba cepillando y
 pintando. El olor de la pintura era horrible. Sentía que me ahogaba. Por favor detente gritaba yo,
 pero mi creador sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más, 
todavía no he terminado.
Por último dejó de pintarme, pero otra vez me metió a otro horno. No era un horno como 
el anterior, sino que era mucho más caliente. Estaba segura que me sofocaría y que acabaría rompiéndome en mil pedazos, le rogué y le imploré que me sacara, grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: Mírate, ésta eres tú.
Yo no podía creerlo, esa no podía ser yo. Lo que veía era realmente hermoso. Mi creador nuevamente me dijo: Yo sé que te dolió todo este proceso, pero si te hubiera dejado como estabas, sólo serías un trozo de barro seco. Sé que te causó mucho dolor, que los gases de la pintura te causaron mucha molestia, pero de no haberte pintado no tendrías color. Y si yo no te hubiera puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido lo suficiente para resistir. Ahora eres un producto terminado, eres exactamente lo que tenía en mi mente cuando te comencé a formar.


“Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él es el artesano y nosotros somos el barro con el cual trabaja. Él nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con Su voluntad” ROMANOS 8: 28 - 29

lunes, 8 de agosto de 2011

autoestima


http://www.youtube.com/watch?v=EnnIdjJUWo4

El paracaídas



Reflexiones | 754 lecturas
Charles Plumb, era piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam. Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil. Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en prisión.
A su regreso a Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea y sus experiencias en el lugar de detención.
Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó:
-Hola, usted es Charles Plumb, ex piloto en Vietnam y fue derribado por el enemigo, ¿verdad?
-Y usted, ¿cómo sabe eso?", le preguntó Plumb.
-Porque yo doblaba y empacaba los paracaídas de su división, y parece que el suyo funcionó bien
Plumb emocionado y con mucha  gratitud le respondió: -Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí.
Aquella noche, Plumb no podía conciliar el sueño, se preguntaba cuántas veces había visto en el portaviones a aquel hombre y nunca le había dirigido un saludo, se dio cuenta de que había sido una persona arrogante y orgullosa frente a este humilde y servicial marinero.
Pensó también en todo el tiempo que aquel marinero pasó en el barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de personas que quizás no conocía.
Desde aquel día, Plumb comienza sus conferencias preguntando a su audiencia: ¿Quién empacó hoy tu paracaídas?
Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y uno espiritual.
A veces, en los desafíos que la vida nos trae, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante, especialmente las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se los pidamos. Y por eso dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien, o de decir algo amable.
Hoy y cada día, trata de darte cuenta quien prepara tu paracaídas, y agradécelo. Aunque no tengas nada importante que decir, envíale un mensaje de agradecimiento a quien o a quienes alguna vez lo hicieron. Y también mándaselo a quienes todavía no lo han hecho.
Las personas a tu alrededor notarán ese gesto de afecto, y te lo devolverán preparando tu paracaídas con ese mismo amor.
Todos necesitamos de los demás, por eso es necesario el agradecimiento.
A veces las cosas más importantes de la vida sólo requieren acciones sencillas. Una llamada, una sonrisa, un gracias, un te quiero, un te amo.
“Gracias por todos los favores que sin merecerlos recibí de ti y nunca agradecí”

viernes, 5 de agosto de 2011

Como Cuesta Esperar



¡Como cuesta esperar! Somos por naturaleza ansiosos y lo queremos todo ya. Queremos las respuestas aquí y ahora. No importa si somos niños o adultos, la ansiedad siempre está presente en nuestra vida.

Los adolescentes quieren tener pareja y la quieren ya. Es por eso que a veces se equivocan, porque con la prisa, eligen sin pensar ni consultar.
Los que buscan trabajo lo quieren ya. Salen con el periódico bajo el brazo y esperan que alguna puerta se abra y les permita empezar a trabajar hoy mismo.

Pero las puertas no siempre se abren y vuelven a casa desesperanzados.

Los que están enfermos quieren sanarse ya. No quieren seguir sufriendo. Quieren poder disfrutar de la vida ahora y terminar ya con todo dolor.

No importa cuál sea el problema, siempre es lo mismo, queremos la respuesta y la solución ya.

Miqueas (el profeta) también tenía problemas. Tenía los suyos propios y además los del pueblo. Había cosas que no podía solucionar, que escapaban de su control y no podía salir de su angustiante situación; quería mejorar, pero no podía hacerlo. De pronto, se dio cuenta que tenía un enorme recurso a su disposición y empezó a pedirle a Dios que le ayudara, con fe y confianza.

Frente a la ansiedad de las personas, la prisa por respuestas milagrosas y el deseo inmediato de cambiar una situación desagradable, Miqueas dijo: “Yo voy a esperar en Dios”.

Lo que Miqueas estaba viviendo era desagradable, pero dejó su problema en las manos de Dios y esperó confiadamente en su intervención.

Tal vez hoy estás pasando por un momento difícil, estás lleno de ansiedad, tu situación te parece insostenible y quieres respuestas que nunca llegan. Pero quiero decirte que no todo está perdido, hay esperanza y se encuentra en Dios.

Déjalo actuar porque Él sabe lo que hace, y así podrás esperar confiadamente.

Toda oración que llega al Trono de la Gracia, es escuchada y respondida, puedes esperar tranquilo, Dios ya sabe tu problema y tiene la solución.

“Pero yo esperaré en el Señor, pondré mi esperanza en Dios mi salvador, porque Él me escuchará” Miqueas 7:7

jueves, 4 de agosto de 2011

Nunca te rindas


Sir Winston Churchill cuando era un muchacho y asistía a la escuela, repitió tres veces el octavo curso, porque le costaba aprender. Es algo irónico que años después, la Universidad de Oxford le pidiera pronunciar el discurso de la fiesta de graduados.
Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio.
Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se disponía a hablar ante sus admiradores.
Luego colocó el sombrero sobre el atril y mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con una voz llena de autoridad: ¡Nunca se rindan!
Transcurrieron algunos segundos. El auditorio se quedó en silencio. Se levantó puesto de puntillas y gritó nuevamente: ¡Nunca se rindan!
Sus palabras retumbaron a través del auditorio. Todos permanecieron inmóviles y callados mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.
“La perseverancia es un gran componente del éxito; si golpeas la puerta con la persistencia y el ruido suficientes, seguramente despertarás a alguien”