martes, 2 de octubre de 2012

El cerebro no distingue entre dolor emocional y físico


Un estudio encontró que el dolor físico al quemarse y el sufrimiento de un rechazo sentimental activan las mismas redes cerebrales


Tal vez ya lo sabías, pero los científicos acaban de comprobarlo (Getty Images).


En un nuevo estudio, donde se utilizó imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), los investigadores han encontrado que las mismas redes cerebrales que se activan cuando sufres una quemadura leve se encienden cuando piensas en un amante que te ha rechazado, publicó Health.com.
En otras palabras, el cerebro al parecer no distingue entre el dolor físico y el sufrimiento emocional intenso. El corazón roto y las separaciones dolorosas son “más que simples metáforas”, dice Ethan Kross, investigador principal del estudio y profesor asistente de psicología en la Universidad de Michigan en Ann Arbor.
El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, ilumina el papel de los sentimientos de rechazo y otros traumas emocionales pueden jugar en el desarrollo de trastornos de dolor crónico como la fibromialgia, indicó Kross. Y agrega que provoca interesantes cuestionamientos acerca de si tratar el dolor físico puede ayudar a aliviar el dolor emocional y viceversa.
“Lo emocionante acerca de estos hallazgos es que delinean el camino directo en el cual las experiencias emocionales pueden ser relacionadas con el cuerpo”, dijo Kross, citado por Health.
El médico y sus colegas reclutaron a 21 mujeres y 19 hombres que no tenían historial de dolor crónico o enfermedad mental, pero que habían sido abandonados por una pareja romántica en los seis meses previos, explicó Health. Los voluntarios se sometieron a escaneos de IRMf –los cuales miden la actividad cerebral al rastrear cambios en el flujo sanguíneo– durante dos tortuosas pruebas.
Primero, una fuente de calor atada al brazo izquierdo de cada sujeto creaba un dolor físico similar al de sostener una tasa de café calientesin el asa. En el segundo, a los voluntarios se les pedía mirarfotografías de sus amores perdidos y eran instados a recordar experiencias específicas que vivieron con esa persona, explicó Health.
Este estudio fue el primero en mostrar que el rechazo puede provocar una respuesta en dos áreas del cerebro asociadas con el dolor físico: lacorteza somatosensorial secundaria y la ínsula dorsal posterior. Esas regiones del cerebro se encendieron en el estudio porque el rechazo que los voluntarios experimentaron era inusualmente intenso.
Aunque Kross enfatiza que el estudio es “un primer paso” para comprender la conexión entre el dolor físico y emocional, los hallazgos podrían ayudar a los pacientes de dolor crónico a comprender quelas emociones pueden afectar su condición física, dijo a Health la psicóloga Judith Scheman, directora del programa de rehabilitación del dolor crónico en la Clínica Cleveland.
Los traumas del pasado pueden hacer que la gente sea más sensible al dolor y por tanto, más susceptible a trastornos como lafibromialgia, la cual causa fátiga y dolor crónico, dijo Scheman. Ella y su equipo impulsan a los pacientes con dolor a “explorar su pasado y sus traumas emocionales”, pero muchos se rehúsan a ello.
“Como médica clínica, me gustan los estudios como éste porque los pacientes a menudo no comprenden por qué tienen que hacer trabajo emocional”, dijo Scheman a Health. “Mostrarles algo así les ayuda a comprender que la ciencia está detrás de lo que les pido hacer”.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

YO PEDI


Yo Pedí fuerza...
y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte.

Yo pedí Sabiduría...
y Dios me dio problemas para solucionar.

Yo pedí Prosperidad...
y Dios me dio cerebro y fuerza para trabajar.

Yo pedí Coraje...
y Dios me dio peligros para vencer.

Yo pedí Amor...
y Dios me dio personas quebrantadas a quien ayudar.

Yo pedí Favores...
y Dios me dio oportunidades.


Todo Sus dones sobrepasaron mis expectativas y
me trajeron la felicidad que no es de este mundo.

martes, 11 de septiembre de 2012

Trastornos de Ansiedad y Depresión


La depresión acompaña frecuentemente a los trastornos de ansiedad. Los sentimientos de tristeza, apatía y desesperanza, las alteraciones del apetito y del sueño, así como la dificultad en concentrarse que caracterizan a la depresión, se unen entonces a los síntomas del cuadro de ansiedad especifico de que se trate y los intensifican.

Tradicionalmente concebidas como dos entidades distintas y diferenciadas, muchos profesionales piensan hoy a partir de investigaciones realizadas en los últimos años, que la ansiedad y la depresión son dos caras inseparables de una misma moneda; al menos en un gran numero de casos.
Datos que apoyan esta idea es el hecho de que entre el 60 y el 70% de las personas con depresión, también padecen de ansiedad y que el 50% de quienes sufren de ansiedad crónica muestran a su vez signos inequívocos de depresión. La coexistencia de ansiedad y depresión, cronifica ambas alteraciones; provoca en quienes coexisten ambos cuadros, mayores problemas laborales y de relación y aumenta significativamente el riesgo de suicidio.
Otros elementos importantes a favor de esta idea son
 1) que el tipo de respuesta y la vulnerabilidad al estrés es idéntica en ambos casos y 
 2) que el tratamiento que mejores resultados obtiene en cuanto a una de estas afecciones, también lo obtiene en relación a la otra. Ya la psiquiatría clásica dio cuenta de este vinculo especial entre ansiedad y depresión al postular la existencia de lo que se denomina depresión agitada, donde los signos de ansiedad extrema acompañan a los de la depresión.

La lógica que subyace a esta superposición de cuadros es la siguiente. Como ya se dijo en el artículo sobre trastornos de ansiedad, ésta es una angustia referida a la idea de sufrir daños o perjuicios provenientes de amenazas potenciales, cuyos efectos indeseables pueden llegar a concretarse en el futuro. Si quien vive esta ansiedad, siente además que la concreción de esas amenazas es segura, que ello será muy grave para su vida y además, que no hay nada que él pueda hacer al respecto, entonces surge la depresión; estando por ello a la vez ansioso y deprimido.
Lo que evita hacer extensivo a todos los casos de depresión la idea de que estos siempre se acompañan de estados de ansiedad, es que muchas depresiones tienen su raíz en el pasado y no en las ideas que la persona pueda hacerse o abrigar sobre el futuro. En otros casos sí y en muchos otros actúan por igual ambas vertientes.
Una vinculación especialmente estrecha entre los trastornos de ansiedad y la depresión se verifica en las fobias sociales, en los ataques y trastornos de pánico y en los trastornos obsesivo-compulsivos; siendo su incidencia en las fobias simples de escasa o de menor significación.


Lic. Ramón Prieto